Comfortably Numb

Emilio Guerra-Estévez
3 min readFeb 26, 2024

La Ciudad de México, Juan O’Gorman (1949) Museo de Arte Moderno.

La intensa réplica de las izquierdas a la frivolidad aristocrática en el siglo pasado generó tales estremecimientos desde el páramo de la intelectualidad, que agudizó la altivez de promoverse insurgente; pero el lado opuesto de la barra de opinión se quedó en la oquedad. Y hoy, que las expresiones de la revolución de las consciencias desde el desafío de las bases, y de los pueblos son tan pedantes y abusivas; la sensatez no termina por encontrar tapia que encierre posturas de orden y progreso en la cancha de las derechas.

Los fanáticos de la supuesta probidad moral que intenta sobreentenderse con las éticas populares: han demolido la calidad en la política. El presidente, y sus feligreses se asumen tenedores monopólicos de la justicia, pero nosotros -los de enfrente, no tenemos orgullo por nada. Los de las izquierdas se han quedado sin dignidad, pero se han embalsamado en sus cartillas morales, y lecciones de «Buenas Costumbres»; y los que no estamos de acuerdo con ellos, no hemos puesto un pie en la escalera de la honra.

La derecha se ha quedado sin autoestima; y por eso -en México, no tiene oferta política.

La discusión coetánea sobre la ética de la responsabilidad, y la democracia liberal es abrumadoramente aburrida. La tecnocracia vigesimoprimérica arrebató la pasión que hubo en la conversación y posterior construcción de un país de libertades e instituciones, y hoy -hundidos en los comités de los partidos que no son el oficial, ya no hay ideólogos, ni propuestas que le hagan cosquillas a la infame cuarta transformación. La generación que quiso ponerle un altavoz a las minorías y procurar las causas nobles está enrarecida en sus pantallitas porque las agendas de la transformación terminaron siendo un meme que disfraza la hipocresía de sus dirigentes, y la apuesta por un país humanista y de justicia social, hoy es un palimpsesto político que no hemos empezado a entender.

Le pido a la oposición -desde la oposición, que abramos un proceso de amor propio. Le pido a la oposición que afirme con honor su calidad de patriota. Le pido a la oposición que asuma su dignidad y halle lozanía; porque a los oficialistas les falta dignidad, y les sobra orgullo.

Le pido a la oposición que su militancia deje de ser de carné, y empiece a ser de esgrima. Le pido a la oposición que haga responder a sus bases ofreciéndoles respuestas. Le ruego a la oposición que se levante, y entienda que debe menguar la bravata de los que nos gobiernan, haciéndola crepuscular nosotros.

La oferta política de este lado de la lidia no sólo debe ser que no somos ellos; sino que somos mejores que ellos, y eso significa que nuestros panfletos deben contener mejores respuestas, y mejores planteamientos. La psicología de las izquierdas ya enfermó, y la revolución de la razón debe ser desde la consciencia de que nuestra ética debe ser replanteada con pasión, y energía, porque hoy no la tiene.

Defendamos nuestro proyecto, que al país le urge desmilitarizarse, al país le urge volver a viciar la cultura de la violencia, al país le urge dejar de santificar bandidos, al país le urge dejar de perdonar idiotas, al país le urge concordia.

Al país le urgen respuestas; no ídolos.

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